viernes, 1 de enero de 2010

Borde

El borde blanco de las fotos en blanco y negro. Unos dos o tres milímetros más alla empieza la imagen: en forma sutil pero definida el blanco da lugar a otro tono quizás apenas gris. Es una pared, desde el ángulo superior izquierdo cae en picada un triángulo negro, una sombra. En el centro de la composición una serie de manchas blancas y negras definen los cuerpos de mi padre con mi hermano en brazos. Del gris de la boca de mi padre sale una línea recta oscura. Puede ser una lapicera o un cigarro; cualquiera de las dos opciones reafirma una voluntad de representarse en una postura ligeramente intelectual. El resto de la foto va oscureciéndose hasta llegar al negro y luego claramente el borde blanco.
Las caras son jóvenes y redondeadas, felices en una forma serena. Por detrás del cuerpo de mi hermano la sombra negra del alero corta la luz. El año debe ser 1969, sin embargo la ropa es un poco anticuada, de un dandysmo cuidado e inteligente. La apariencia es la de un joven beatnik y a la vez de un hombre satisfecho. Algo en la cara de mi padre me recuerda a la expresion de un adolescente deslumbrado. Me pregunto si él cantaría en la época que sacaron esta foto. Pocas veces en mis cuarenta años lo he escuchado cantar. Muy bajito, alguna vez, alguna canción de Petula Clark.
Intuyo que parte del ángulo inferior izquierdo es la sombra de la fotógrafa, parada firme con su cámara Agfa en la mano derecha y el fotómetro en la mano izquierda. Imagino la precisión del cerebro de mi madre calculando la velocidad de exposición, la apertura del diafragma en función de la luz y la sensibilidad de la emulsión. La mente analítica de mi madre contrasta la ensoñación un poco impostada de mi padre. Mi hermano cierra los ojos a la luz del sol, molesto, incómodo, somnoliento. La mano izquierda levantada a la altura de la frente tratando de cubrirse.
Por fuera del borde blanco de la fotografía veo (es como si viera) el fuerte color rojo de las baldosas iluminadas por el sol. El reflejo es hiriente y el calor agobia. El tiempo de la exposición es breve, ínfimo, pero captura la tensión del momento, la expectativa, el anhelo, los proyectos.
Todo lo que encierra el borde ha envejecido, el espacio blanco se volvió amarillento como el papel manteca que cubre las fotos en los álbumes.

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